Dentro de unos días se cumplirán 5 meses desde que nos dejaste, 6 desde la última vez que te vimos. No pretendo hacer una entrada lacrimógena aunque será difícil. Intento sacar esa sonrisa que a veces esbozamos cuando unimos la nostalgia junto con la pena, cuando las aceptamos como compañeras de viaje. Desde entonces no hay un sólo día que no pensemos en vosotros, con nosotros, en familia, individualmente… aunque sí he de destacar algo es que en mis recuerdos siempre apareces sonriendo, dulce.
Aunque estoy seguro de que eso de no conocer el futuro tiene sus ventajas, me hubiera gustado intuir, sin saber, que la última vez que te vi, esa, era la última vez, que los últimos dos besos que te dí eran realmente los dos últimos, para haberlos acompañado de un abrazo, fuerte. Hubiéramos alquilado un apartamento al lado del vuestro el verano pasado como en un momento se llegó a plantear, quizá así me hubiese enterado de cual es la música que te gusta, que películas no te cansa ver una y otra vez y que había en el pasado que te hacía ser como eras, piezas que ahora echo en falta a la hora de armar este puzzle que nunca podré completar, pues a pesar de tener localizadas las esquinas, se mostrará vacío en muchas de sus áreas.
Aún sigue tú perfil de Facebook activado y al igual que hago con las últimas conversaciones que tuvimos por Whatsapp, de vez en cuando, no puedo evitar releer esos renglones de cambios de estado, conversaciones… que ahora se antojan cortos y distantes y los que, me costa no soy el único, tengo como un preciado tesoro.
Si tuviese que resumir los últimos días que te vimos, en el alta entre tratamientos, la palabra sería normalidad, conversaciones triviales, risas, alguna confidencia en cuanto a aprovechar el momento, el tiempo, ese que calculabas sería más generoso -al menos un año -, decías con entereza.
Sigo sin saber por qué no hice una foto de todos juntos, pensé que te podría molestar por el tema de la peluca (te quedaba muy bien el pelo corto), ahora estoy seguro de no te hubiese importado y lo sé por que desde el fatal desenlace me he dado cuenta que tú ya estabas en un nivel superior de entendimiento. Me hubiera gustado tener ese recuerdo tangible contigo, una vez más, sonriente, añoradamente dulce.
Pensé que la próxima vez, que ya habrá tiempos mejores en los que capturar momentos, que todo saldría bien, que seguiríamos viajando juntos, que el tiempo es eterno y que no se escapa, como el calor por las rendijas a las que no prestamos atención.
De tí, sin ti, he aprendido muchas cosas, cosas que preferiría no saber a cambio de que estuvieras aquí… No puedo elegir, así que guardo esas lecciones, vitales, y las repaso las veces que necesito y en cada ocasión descubro nuevas enseñanzas.
Sé que los tuyos estarán bien, hablo de un futuro al que costará llegar, con un presente lleno de angustia, de sensación de injusticia, lo que sentimos todos los que te conocimos pero multiplicado por miles. Cuando ese futuro llegue, – tú familia se lo debe, te lo deben -, podrás sonreír, o mejor, reír con tus dos características carcajadas seguidas que luego se paran de golpe, conteniéndose… donde quiera que estés, dulce.
Te echamos y te echaremos mucho de menos Ana.
Me consta, por todo lo que me has contado, que apreciabais un montón a Ana y a toda su familia.
Estas cosas son dificiles de entender y asimilar.
Diría más cosas pero ya lo has dicho tú todo.
pd – me encantó lo del puzle.
Que bonito todo lo que has escrito. Y cuantos pensamientos compartidos. Yo perdí mi movil el otro día y a parte de la rabia que da que suceda eso, mi siguiente pensamiento fue: he perdido mis conversaciones con Ana, y ya la rabia desapareció y pena era lo que sentía. Era como si mi recuerdo más real desapareciera. Un abrazo a todos aquellos que quisisteis y querreis a Ana.