Últimamente me ha pasado en dos ocasiones casi seguidas. Te encuentras con algún amigo o vecino mientras que paseas al perro, entablas una conversación «básica» y al final te terminan diciendo – ¿no te da pereza tener que sacar al perro? – la respuesta es sí, me da pereza. Me da pereza sacar al perro, ir a trabajar, ducharme, lavarme los dientes, incluso cambiar el pañal a mi hijo. Como todo en la vida tener perro tienes sus pros y sus contras. No voy a analizar los pros, cualquiera puede hacerse una idea. Las contras para muchos serán tener que pasear al perro.
Por supuesto hay días que da pereza, hay días que llueve, que nieva o que hace un calor horrible. Pero si quitamos los extremismos en la mayoría de las ocasiones supone al menos unos minutos en los que puedo pensar, tener unos de esos ratos conmigo mismo en los que le doy vueltas a infinidad de asuntos mientras veo a Bimba correr, olisquear o traerme algún «presente». Por las noches, la mayoría de ellas, me acompaña otro miembro del Reto y vecino durante los minutos que dura el paseo. Como en el caso anterior la conversación es variada, y estoy seguro que mi contacto con él sería bastante menor si no tuviéramos la escusa del perro par un paseo tranquilamente y arreglar el mundo, intentar entender a las mujeres o simplemente conversar sobre tiempos pasados.
Por otro lado consigues conocer gente dueños de otros perros y al igual que pasa con los niños y los parques infantiles, puedes terminar haciendo gran amistad con algún que otro «padre». De verdad que creo que sería interesante que personas con problemas para entablar relaciones sociales porque son tímidas o inseguras probaran la terapia del perro, ayuda a la sociabilización hasta límites insospechados.
Tengo muy claro que para mi tener un perro no es como tener un hijo, los sentimientos, las obligaciones, las prioridades, en mi caso, están más que claras pero si que es cierto que muchos padres prodrían comprender que al igual que tener hijos tener perro es una responsabilidad que tiene sus contras pero que son compensadas y superadas con creces por los pros. Nadie te para en medio de la calle y te dice, – joder que pereza no?, tener que llevar al niño al colegio…. – Eso no quiere decir que tener hijos, perro o cualquier cosa que suponga una responsabilidad sea recomendable para todo el mundo.
En definitiva y para resumir – Sarna con gusto no pica –
Que pereza me ha dado leer este post… es broma 😉 me ha gustado mucho… algún día tendré un perrito yo también, y le llamaré Wilson 🙂
Segunda conclusión: Bimba te sirve de escusa para poder salir, pensar, encontrar gente anodina (esa que te pregunta por la pereza) y abandonar «otras prioridades». Que yo sepa tu niño también corre, olisquea y puede traerte presentes, pero tu eliges «escaparte con Bimba», esa es tu verdadera terapia, ja ja.
Wilson, te vendría bien un chiguagua, quedaría muy bien con tu SLK :).
Lucía cree el ladrón… Tuve a Bimba mucho antes que al niño. Lo que esperaban muchos seres malvados con sonrisa de Joker era que la abandonara a su suerte con la excusa de niño. Lo siento, Bimba seguirá paseando ahora, igual que antes y espero que después, y será mi «terapia» particular. A ti lo que verdaderamente te molesta es que Bimba te ha hecho descubrir sentimientos que pensabas que no podías tener para con los animales. Típico de alguien que creía que tenía amaestrado a un pez.
mi propia «Bimba» viene en camino! en un mes y pico la tendré conmigo y sin duda estoy deseando experimentar esa tremenda pereza…
Pasear a tu perro no solo fortalece el vínculo entre ustedes, sino que también es una oportunidad para aplicar técnicas de entrenamiento. Un educador canino puede proporcionarte consejos para hacer que cada paseo sea educativo y enriquecedor.